jueves, 16 de octubre de 2014

"LAS REDES SOCIALES Y LOS ADOLESCENTES "

                                     "LAS REDES SOCIALES Y LOS ADOLESCENTES "

Las redes sociales no son ni buenas ni malas, todo depende de cómo se utilicen. Por ello, tenemos que educar a los adolescentes para que las utilicen de manera inteligente, saludable y que les influya positivamente.


Redes sociales“Hace unos días en la junta del APA de mis hijas, un padre y profesor del colegio mostró su extrañeza porque pasadas las 12 de la noche había descubierto que más de veinte compañeros de sus hijos estaban conectados en Tuenti. El revuelo que se creó en la sala fue impresionante: algunos no sabían qué era Tuenti; otros estaban asustados porque asociaban el nombre con la red social con la que se comunicaban Marta (la chica sevillana asesinada recientemente) y su presunto asesino, y otros se mostraron perplejos porque no se imaginaban que habría adolescentes enganchados a esas horas de la madrugada”. (Fuente: “El desafío                                                                                    educativo de la redes sociales”, Agustín Domingo                                                                                    Moratalla).

Seguramente, a muchos de ustedes esta situación no les parezca extraña. La redes sociales han puesto en marcha una nueva forma de relacionarse que a muchos padres les está dejando perplejos y fuera de juego. En España, según un informe que maneja Educaweb.com, el 83% de los adolescentes españoles utilizan las redes sociales; de ellos, la mitad se conecta diariamente. Según la Asociación Europea de Publicidad Interactiva, los jóvenes entre 16 y 24 años pasan más tiempo en Internet que viendo la televisión. Ya no se trata de saber con quienes salen nuestros hijos, ni a donde van los fines de semana, sino cómo, cuándo y con quién pasan horas conversando a través de Internet. Nos encontramos de nuevo ante la disyuntiva de respetar la intimidad de nuestros hijos, pero a la vez de protegerles de situaciones que pueden ser muy perjudiciales para ellos.

Las redes sociales no son ni buenas ni malas, todo depende de cómo se utilicen. Por ello, Redes sociales 2tenemos que educar a los adolescentes para que los usen de manera inteligente, saludable y que les influya positivamente. Pero sobre todo, tenemos que reconocer que las formas de relacionarnos están cambiando de una manera acelerada, y que no podemos aislar a nuestros hijos de esta realidad. Algunos estudios afirman que estas redes ayudan a sociabilizar de una manera muy similar a otras experiencias en grupo, que no las sustituyen sino que las complementan. Muchos adolescentes continúan el contacto mantenido con su grupo de iguales en el instituto o en su tiempo de ocio. Según Boyd, los adolescentes consideran este tipo de sitios como lugares seguros para poner a prueba y buscar soluciones a situaciones que consideran difíciles de resolver en la vida real: quedar, flirtear, construir el propio estatus social o decidir qué imagen mostrar. Además, fortalece el sentimiento de pertenencia al grupo, que como ya sabemos es primordial para ellos en estas edades.

Ahora bien, hay unos riegos que debemos conocer e intentar evitar: el primero, tiene que ver con la información que aportan los adolescentes en sus perfiles. Todos nosotros tenemos derecho a darnos a conocer y a quien y para ello aportar la información adecuada. Lo que pasa es que con los jóvenes esto no está nada claro. Hay redes abiertas que permiten que todo el mundo vea los perfiles de todos los usuarios de esa red en concreto. Los adolescentes no son muy conscientes de los peligros que eso entraña, y en muchas ocasiones aportan teléfonos, correo electrónico, y datos personales de diferente índole y son poco cuidadosos a la hora de usar las opciones de privacidad, que tienen la mayoría de estas redes. El segundo, tiene que ver con quien mantiene contacto dentro de su red social, ya que normalmente pueden conectarse con gente que no conocen o conocen poco.

                      Los padres podemos hacer cosas para disminuir estos riesgos:


 Conocer las redes sociales a las que están conectados nuestros hijos: En España la que está teniendo más éxito es Tuenti y Myspace. La primera tiene un estricto control de privacidad y ciertas limitaciones por edad en los contactos. La segunda es una red abierta, esto quiere decir que todo el mundo puede registrarse aportando un nombre y un correo electrónico; y que están todos los perfiles en disposición de todos los usuarios, a no ser que se restrinja.

Dialogar con ellos: somos conscientes de que los adolescentes son un tanto reacios a que sus padres “se metan en su vida”. Como con otras muchas cosas hay que ser poco intrusivos, muy dialogantes, y con mentalidad abierta. Sería bueno que os explicaran que información aportan en su perfil y con quien mantienen el contacto. También es positivo que intercambies información con los padres de los amigos de vuestros hijos.


 Algunos padres han optado por meterse ellos mismos en las redes sociales a las que están conectados sus hijos. Suponemos que esto dependerá del tipo de relación que mantengan entre ellos. Aún así creemos que es importante que lo pacten con el adolescente.

Poner unos límites claros a las horas de uso, al tipo de contactos que pueden mantener, a la información que aportan en la red. 

                  http://revista.universidaddepadres.es/index.php?                      option=com_content&view=article&id=580&Itemid=899


                                                                                                                                                       
Hoy en día no se puede dar la espalda a una realidad como las redes sociales. Su expansión y diversidad ha sido tal en los últimos años, que son utilizadas por todo tipo de personas, sea cual sea su edad, condición social u origen. De hecho, existen redes sociales diseñadas especialmente para el público infantil y algunas como tienten  la red social de origen español más usada, se dirigen específicamente al público adolescente y juvenil.

Por todo ello es lógico que entre padres y educadores se observe atentamente el fenómeno de las redes sociales y se analicen sus pros y contras. Más allá de las ventajas que puedan tener estos canales para la difusión de información e incluso para usos educativos, entraña, por su propia naturaleza, algunos peligros ante los cuales conviene estar prevenidos. Uno de ellos, el más evidente y sobre el que no deja de alertarse desde distintas instancias, es el que se refiere a las amenazas a la intimidad y a los delitos relacionados con el acoso o la corrupción de menores.

Pero otros peligros de las redes sociales son menos difundidos, sea porque se manifiestan de manera más sutil o porque son menos nocivos. Es el caso del tiempo que ocupa su uso y su repercusión en el rendimiento escolar. Algunas organizaciones como “Generaciones Interactivas”, especializadas en el estudio de los usos que los más jóvenes hacen de Internet, previenen en algunos de sus informes sobre la relación entre uso de las redes sociales y rendimiento escolar.

Así, en su última publicación, “Las redes sociales en la vida de tus hijos” se señala que 4 de cada 10 adolescentes reconoce que estar conectados a redes sociales les resta tiempo para estudiar. Este dato se confirma con otros números aportados por el estudio como el de que la probabilidad de aprobar todas las asignaturas varía en 10 puntos entre quienes no usan redes sociales y quienes sí lo hacen. De hecho, 1 de cada 3 adolescentes con más de una cuenta en redes sociales suspendió más de 3 asignaturas en su última evaluación. Además, los adolescentes que utilizan redes sociales tienen un menor índice de lectura y le conceden menos valor entre sus opciones de ocio hasta el punto de relegarla al nivel de obligación, en lugar de considerarla un placer.

Las redes sociales no son negativas en sí mismas y son una potente herramienta para compartir información, dialogar y mantener relaciones. Sin embargo, un uso descontrolado de las mismas puede incidir en un menor rendimiento escolar y este derivar en malas notas, suspensos y el temido fracaso escolar. Al igual que ocurre con otras herramientas, o con el uso que se hace del ocio, su utilización es positiva, pero debe ser regulada por padres y educadores para que no redunde en términos negativos.




                                



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